LA IRONÍA DE LA LUCHA CONTRA LA CORRUPCIÓN

Por: Víctor Cuadros Ojeda

En las distintas épocas de la humanidad han existido actos  de corrupción, este fenómeno en la actualidad se ha globalizado. Son como polillas que carcomen y corroen a los países, instituciones, organizaciones, personas, políticos, empresarios, funcionarios públicos, religiosos, dirigentes sociales y deportivos, profesionales, docentes, entre otros. Caen ante la seducción del dinero, los regalos, coimas, diezmos, etc.

Según el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) en el continente americano la percepción de los encuestados considera que la corrupción va en aumento, siendo Argentina (72%), México (71%) y Venezuela (65%) los países con mayor aumento de niveles de corrupción. Seguidos de Estados Unidos en un 59% y Canadá con el 52%. Para el caso  peruano esta representa un aumento del 46%.

El 28 de julio de cada cinco años (Presidentes de la República) y el primero de enero de cada cuatro años (Gobernadores Regionales y Alcaldes), en sus discursos de asunción al poder, entre las diferentes frases “memorables” hacen hincapié y con mucho énfasis cuando se refieren a la lucha contra la corrupción que:  serán “implacables”, no les “temblara la mano”, serán “frontales” y hacen propuestas de cómo hacerlo y hasta se atreven a invocar a que la población denuncie a los “malos” funcionarios que realicen actos de corrupción. Hoy en día varios de ellos están en las cárceles, procesados o investigados, e incluso presentan Habeas Corpus  buscando la impunidad aduciendo que son perseguidos políticos.

No transcurre ni medio año de las nuevas gestiones cuando aparecen los “destapes.” Primero “rumores” y luego indicios de actos de corrupción, dando inicio al saqueo de los recursos económicos y al patrimonio del Estado.

La forma que asume la corrupción es muy variada, por ejemplo: exigir dinero para cumplir lo que es una obligación del cargo que se desempeña, ofrecer dádivas para que alguien cumpla lo que debe cumplir, exigir o aceptar dinero o “regalos” para conceder algo que no es correcto, otorgar cargos  o ascensos no en función de la capacidad o méritos de las personas, sino como recompensa de servicios incorrectos; concederse, a sí mismo, beneficios injustificados valiéndose del cargo que se desempeña, tomar decisiones por favoritismo, para beneficiar a familiares o amistades, ocultar delitos o manejos fraudulentos a cambio de obtener ventajas pecuniarias u otras, presionar a personas con amenazas ostensibles o encubiertas, para lograr su complicidad, ofrecer “comisiones” para obtener trabajos o contratos, públicos o privados., ofrecer o aceptar “coimas”, aprovecharse en beneficio propio de objetos, vehículos, viáticos u otros beneficios concedidos exclusivamente para el desempeño de la función y no para uso personal. Abiertas propuestas, para sugerir el alza del precio en un cierto porcentaje y que esa diferencia es para garantizarle la concesión del contrato, mediante concursos amañados sobre obras, la indebida o sesgada supervisión o calificación de las mismas, etc.

El electo presidente de México en 1976, José López Portillo utilizó como eslogan de campaña: “La solución somos todos”, pero en poco tiempo los mexicanos cambiaron la frase por: “La corrupción somos todos”; aquello grafica que la corrupción es un grave problema social, político, legal, económico y ético que afecta y debe preocupar a toda la opinión pública.

Los niños y jóvenes necesitan  ejemplos para aprender y darse cuenta de que a pesar de este mal que aqueja  al Perú, se puede ser justo, honesto y leal. François René De Chateaubriand nos recuerda “El deber de la juventud es pelear contra la corrupción”.

FUENTE: DIARIO AHORA