EL CABALLO BLANCO DEL MONZONINO ALVEST

Por: Jacobo Ramirez Mays
Alvest Valdivia Ortiz nació en Monzón en el año de 1981, es profesor del curso de Comunicación y ha publicado los poemarios Dolor de mis huesos, (2010), El beso de la noche (2011), y en esta oportunidad nos entrega su creación poética titulado Caballo blanco, bajo el sello editorial Nictálope.

En su tercer poemario y con sus 34 años a cuestas el poeta, como lo hizo con sus anteriores libros, nos muestra su intensidad lírica y su deseo de expresar aquel mundo que al común de los seres humanos no le es perceptible.

El libro tiene cinco secciones, cuatro de ellas con diez poemas y la última con cuatro, los mismos que nos hacen meditar sobre diferentes etapas de nuestra vida.

La primera parte titulada Dedo presenta al yo poético en busca de un abrazo fraterno y, mientras camina reflexionando por cercos anochecidos, desea vivir mudo, oprimido. Ansía caminar por arroyos buscando ósculos y, en medio de ellos, encuentra libros hacinados que le permiten trazar elegías para dejarlos impresos en la memoria de los mortales que se disputan a la muerte.

El poeta  a lo largo de esta sección canta a la naturaleza y da vida a seres inertes: … hay un calzado añoso/ ojeando un poemario/ de donde nacerá/ el firmamento. En esta parte, aparece también, como en sus anteriores poemarios, el tema del suicidio, idea que es tratada por el autor como un bello cántico a los paneles de su aflicción. 

En la segunda sección titulada Suspiros, el vate se pierde en el mundo erótico, el de la bohemia y el placer; pero los muestra acompañados de soledad y sufrimiento. Estoy perdido… rebuscando/ el incienso de las uvas…/ para el gusto de las sábanas…/ persiguiendo barcos infecundos… levantando el tronco húmedo/.

En esta parte, el poeta, en medio de su desolación y de su pesar, siente la necesidad de una compañía e invita a un ser a que le asista, a que le ayude a vivir en este mundo, así dice: Jesús/ hombre inmortal,/ven a rodar/ por el borde de mis versículos,/ y verás a los heraldos/ de mi pantalón/ jalando/ el coctel de la nada,/ y verás/ ocultarse al suplicio/ en el fondo de mis llantos,…/ Jesús,/ ven a pescar en la palma de mis asideros,/ a la tarde carcomida,/ y a beber/ el néctar del desdén.

Muchos de los poemas agrupados en esta sección muestran al vate abatido por las circunstancias y, a pesar de sus reclamos, de sus quejas, ve que nada ha cambiado y, usando la metáfora como recurso, manifiesta: todo está igual, / el escote de los pájaros…/ el rosario de las ternuras,...

Camino es la tercera parte en que se divide el libro, aquí el yo poético vive junto a la lluvia, a versos dolientes y canta a la muerte, a quien la siente como su compañera; la ve jugar saltando sobre todo y sobre la nada, camina junto a ella exaltando su compañía y desea que todos muramos en la palma de sus manos con la esperanza de ver el azul de la noche.

La penúltima parte se denomina Destino, en donde el artista reflexiona sobre la vida, el placer; goza del canto de los pájaros y comprende que la muerte es una realidad. También nos da a conocer que la vida es deleite, gozo, regocijo; pero también desolación, tristeza, amargura y nos explica que estamos inscritos en el registro de la muerte.

El poeta termina esta parte pidiendo que no se llore al ver su suicidio en lo furtivo de su rostro, porque ahí veremos reflejado la muerte de nuestras angustias,  de nuestros desasosiegos y también de nuestras dichas, de nuestras complacencias.
Los cuatro últimos poemas están incluidos en una sección denominada Muerte en donde el cuerpo inerte siente cantar a los pájaros y ve los besos, los abrazos, admira el sendero por donde caminó el peregrino y acepta el fin de la vida.

Alvest, usando versos que nacen de lo más profundo de su ser, nos muestra el camino de la vida, nos explica que al recorrerlo amaremos, lloraremos, suspiraremos y que tengamos presente que las Moiras, doncellas encargadas de tejer la vida, el destino y de cortarla, también han hilvanado un camino para cada uno de nosotros, la misma que estamos recorriéndola hasta donde nos corten el hilo de nuestra vida. 

Finalmente usando un epígrafe que usa el poeta en este libro diré que la poesía de Alvest es una sarna que pica y jode y fácilmente no se pierde; más bien, saca llagas.  
Las Pampas, 29 de octubre del 2015

FUENTE: AHORA (29/10/2015)

1 comentario:

  1. FELICITARLE AL PROFESOR VALDIVIA ORTIZ POR SU ESFUERZO EN PUBLICAR SU POEMA ,BASADOS EN LAS DIFERENTES FASETAS DE LA VIDA DEL SER HUMANO LO
    CUAL NOS INVITA A REFLEXIONAR Y MEJORAR SITUACIONES DE VIOLENCIA QUE VIVE NUESTRO PAIS. ¡FELICITAC.PROF. DIGNO DE IMITAR.
    ¿

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