PUNTO DE VISTA

Arlindo Luciano Guillermo

arlugui@hotmail.com

Huánuco ha recuperado su dignidad, un honor mancillado por la mentira, la ineptitud y la soberbia. Los miles de ciudadanos huanuqueños dijeron categóricamente no a la mafia, a la  corrupción, al continuismo y a la asquerosa guerra sucia, que se convirtió en el arma de cobardes, de aquellos que no muestran la cara, que se ocultan en el anonimato y en la clandestinidad, como si decir la verdad de frente y discrepar públicamente, mirando a los ojos del contendor, fueran delitos que merecen la cárcel. El poder del dinero, cual sea su procedencia, compra voluntad, conciencia y servilismo, pero no de todo el pueblo. En Huánuco sufragan más de medio millón de ciudadanos. El voto responsable no se compra ni tiene precio. 

Un pueblo que se une como un puño cerrado por la fuerza y la voluntad es capaz de destronar a los gobiernos autoritarios, con desempeño turbio en el poder, con promesas que incumple a diario y miente compulsivamente. Un frente político y social contra la corrupción, una agenda de desarrollo regional, una concertación con metas fijas y un liderazgo inclusivo y abierto funcionan para abrir otras oportunidades, oxigenan el ejercicio del poder y así se produce un giro de timón en la historia. 

La votación ha culminado. Ya no hay publicidad política, proselitismo partidario ni propuestas desde el estrado para convencer al electorado. La guerra sucia (esa coprolálica estrategia para liquidar el prestigio, la moral y la dignidad del contrincante) ha terminado. Las redes sociales no serán, por cuatro años, el escenario infestado de insultos, calumnias y mentiras. 

Las trampas, el fraude y las malas mañanas en la política, a veces, funcionan, pero tarde o temprano fracasa y paga una alta factura de frustración y derrota electoral. En política, el que mal anda, mal termina. Rubén Alva Ochoa, líder del MIDE, ganó las elecciones limpiamente, con las herramientas que otorga la ley, las instituciones electorales y la democracia, el 5 de octubre. Esa fue la voluntad del pueblo. Sin embargo, se produjo la segunda vuelta. Ayer domingo 7 de diciembre, los ciudadanos huanuqueños dijeron ¡basta!, ¡no más corrupción!, ¡nunca más engaño y depredación de las instituciones regionales!, ¡cambio urgente! La región no es un botín de guerra ni una mercancía que se vende al mejor postor.  La segunda vuelta ha ratificado el triunfo de la primera. 

Al flamante presidente regional le espera una ardua tarea que no lo dejará respirar. Tendrá que ejercer la conducción de la región y las instituciones con  total transparencia y honestidad. Tiene que mostrar autoridad firme y con decisiones probas para luchar contra la corrupción y los malos manejos de los recursos económicos del Estado. Si el diezmo (el 10% de coima) ha sido una manifestación pública de corrupción, cortarlo, eliminarlo y cancelarlo evidenciará que la lucha contra la mafia y la corrupción ha empezado. Tendrá que promover el respeto a los ciudadanos que ejercen nobles profesiones y oficios. Debe tener la memoria lúcida y grata para tomar en cuenta a las comunidades rurales, a los campesinos y a los huanuqueños que viven en los pueblos fronterizos. El trabajo articulado entre el gobierno regional, las 11 provincias y los 77 distritos tiene que ser fluido, fructífero, con decisión y priorización de necesidades. Las autoridades elegidas dejan el símbolo de la campaña y el discurso para dedicarse a gestionar, concertar y tomar decisiones que beneficien a los ciudadanos sin ninguna distinción.    

   

El pueblo ha decidido en las ánforas a los gobernantes de la región Huánuco. Toda la oferta electoral tiene que empezar a caminar. Las promesas se tienen que convertir en obras públicas para el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos. La confianza, que entrega el pueblo al gobernante, a través del  voto, no se debe defraudar. La política se ennoblece cuando el discurso se transforma en realidad mensurable, en práctica que resuelve problemas. Así la política será un atractivo para ciudadanos honorables, técnicos de primer nivel y profesionales con sabiduría, conocimientos y habilidades.  

Los años que se pierden en un mal gobierno incrementan la pobreza, debilitan la credibilidad de las instituciones y aumenta exponencialmente la desilusión ciudadana. A veces se llega a dos nefastas conclusiones: “roba, pero hace obras” u “otra vez nos volvimos a equivocar”. Eso prepara el terreno para la corrupción, la desconfianza, el autoritarismo y la destrucción sistemática de la democracia.  

El virtual presidente regional debe hilar fino para empezar a gobernar con buen pie. Los 100 primeros días es una prueba de fuego para el gobernante y los funcionarios. Es el momento de mostrar a los ciudadanos que el cambio no es un discurso seductor, que la reversión del caos, la corrupción y el descrédito es totalmente posible. La voluntad política del gobernante es clave: si quiere lo hace, si no quiere no lo hace. La vigilancia ciudadana es activa, oportuna y constante. No hay que esperara una audiencia pública. Se debe erradicar a la mala hierba desde la raíz. El principio de autoridad es fundamental. La apertura al diálogo permitirá gobernar con equilibrio político e institucional. El diálogo es la puerta de ingreso para la concertación, la gobernabilidad y el consenso. 

Los pueblos tienen los gobernantes que merecen. Sin embargo, cuando los ciudadanos asumen con responsabilidad la emisión del voto, ejercen el derecho para participar sin ninguna inducción mezquina o dádiva, sabe que la política es la conducción del poder y practican el pensamiento crítico eligen correctamente a sus gobernantes. Huánuco merece que un ciudadano honorable, ético y competente lo gobierne. No existe gobernante perfecto, sino correcto, probo y con grandes cualidades para el liderazgo y las capacidades profesionales y acertada gestión de la inteligencia emocional. Solo así quedará como un  estadista ejemplar.  

El proselitismo político ha terminado. El debate acabo. Ahora empieza la segunda etapa: ejecución de la agenda de desarrollo regional que permitirá el mejoramiento de la calidad de vida de los ciudadanos huanuqueños, educación de calidad, respeto a los maestros y valorización de la carrera magisterial, despolitización de la gestión pública, no más operadores políticos, sino gestores de metas y proyectistas para atraer inversiones.

La voluntad del pueblo se ha consumado. Los huanuqueños han expresado su decisión en las ánforas. Eso se respeta. A partir del 1 de enero, la historia será otra. Como dice un bajatero trabajador: “Esta vez la pelota no volteará la torta al tractor. No, señor. Al pueblo se le respeta.” Vox populi, vox dei. 

FUENTE: DIARIO AHORA