NO ES BUEN REMEDIO ECHAR LA CULPA A OTRO

Arlindo Luciano Guillermo
Creer que la exclusiva causa de la baja calidad de la educación en el Perú son los maestros es no asumir responsabilidades colaterales ni asumir autocríticamente que los gobernantes no tienen verdadero interés por el mejoramiento de la educación ni los aprendizajes de los estudiantes. Sin educación de calidad, pragmática, trascendente y útil, no hay garantía de desarrollo ni progreso de los pueblos. El pobre seguirá siendo pobre porque sin educación no hay oportunidades ni competencias para insertarse en el marcado laboral ni en el engranaje institucional, político y cultural. 

El fin  supremo de la educación es el aprendizaje efectivo de los estudiantes. Quien se encarga de promoverlo es el maestro. Él es ciudadano de carne y hueso, que come, duerme, sueña y tiene necesidades. El sueldo que recibe, a excepción de los “privilegiados” de la Ley de Reforma Magisterial, es irrisorio. Se cuestiona al maestro por los pésimos resultados educativos, pero sigue ganando igual. El Estado aumenta a los médicos y jueces, negocia homologaciones, pero los docentes tienen que levantar la huelga a cambio de nada. Si consideramos al profesor como la última rueda del coche, la educación jamás tendrá calidad ni relevancia.     
¿De dónde proceden los maestros? ¿En qué circunstancias tomaron la decisión por el magisterio?  ¿Qué universidad o instituto pedagógico se encargó de su formación académica, intelectual, ética y pedagógica?  ¿Cuál ha sido el rendimiento académico en la escuela de los maestros? ¿Son del tercio superior, premio excelencia o el más destacado? Primero: hay que persuadir con argumentos racionales y prácticos a los estudiantes más destacados y competentes para las facultades de educación e institutos pedagógicos. Basta de exámenes con respuestas múltiples. No hay test riguroso de vocación profesional ni reforzamiento de esta. La entrevista personal para explorar intereses profesionales y expectativas personales está totalmente ausente. ¿Cómo esperar que los docentes de hoy sean los más competitivos, den resultados en al aula, con pleno compromiso con los aprendizajes de los estudiantes? Segundo: ¿los estudiantes de educación saben cuánto gana un maestro?  ¿Sabe que los salarios no son onerosos, cuantiosos ni justos? Es necesaria una campaña de información sobre el perfil de un docente. Las facultades  de educación tienen que ir a buscar estudiantes idóneos en los colegios públicos y privados y en las academias. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Los intereses profesionales también se pueden inducir, direccionar, motivar, promocionar. Hay que ir a convencer a los mejores estudiantes y darles charlas, conferencias, campañas, sensibilización y persuasión. Si no se hacen estos trabajos concretos, el magisterio seguirá igual o peor en los próximos diez años. Se tiene que implementar estrategias de reclutamiento de jóvenes para la carrera decente.  
El óptimo desempeño docente es impostergable. Funciona como un termómetro pedagógico y cualitativo para medir los aprendizajes, el esmero del maestro y la capacidad de actuar en el aula satisfactoriamente. Los maestros tienen que ser evaluados constantemente, supervisados, monitorados y acompañados oportunamente para fortalecer, motivar y resolver problemas en la enseñanza. Es necesario generar condiciones  para la confianza en el trabajo pedagógico del maestro. Evaluar no es sancionar ni despedir. Es una oportunidad para aprender, corregir y reafirmar el desempeño docente. El maestro solo debe dedicarse a estudiar, leer, enseñar, evaluar y vigilar los aprendizajes. Sin embargo, la realidad objetiva, cotidiana, diaria y de sobrevivencias, es otra: cruel, indignante, infeliz. El maestro tiene que ejercer mil oficios para atender necesidades personales, familiares y profesionales. En Finlandia, el desempeño docente es una obligación moral del maestro, no hay evaluación, pero sí confianza, profesionalismo y reconocimiento social. Allá cualquier ciudadano no es profesor.  
La educación peruana necesita de maestros con alto compromiso en el desempeño pedagógico, autoestima sólida e innovación permanente durante el trabajo educativo. El Estado, los municipios y los gobiernos regionales tienen la obligación de contribuir directamente con la educación. Según el Marco de buen desempeño docente (Minedu), “se requiere una nueva docencia, funcional a una educación y una escuela transformadas en espacios de aprendizaje de valores democráticos, de respeto y convivencia intercultural, de relación crítica y creativa con el saber y la ciencia, de promoción del emprendimiento y de una ciudadanía basada en derechos.” La verdadera tarea del educador va más allá de la transmisión de conocimientos, que luego se repiten ad pedem litterae. 
Miles de niños y adolescentes merecen, por derecho y responsabilidad de gobernantes y de la familia, educación de calidad, que les sirva para enfrentar la universidad, los negocios, la vida familiar y el de-sempeño de un empleo digno y rentable. La educación puramente cognitiva es un fracaso, no funciona, no supera los retos de la historia. Tiene que estar acompañada con habilidades y competencias. Sin maestros satisfechos no habrá pasión, compromiso ni trabajo pedagógico efectivo. La calidad educativa será una utopía. Advierte Salón Lerner Febres: “Necesitamos profesores creativos, conscientes de que su papel esencial es el de formar personas y ciudadanos y no simplemente transmitir de modo superficial mera información.” 
La educación peruana no necesita sabios ni cerebros oceánicos, sino ciudadanos responsables, éticos, felices, con capacidad de indignación contra la violencia social y la intolerancia, con pensamiento crítico, que voten por convicción y no por un kilo de arroz o un polo barato, respetuosos de las reglas de la democracia y de las instituciones, enemigos de la corrupción y el abuso de autoridad.  Es tiempo de aniquilar la autoridad omnipotente del maestro en el aula y la actitud acrítica, impasible e irreflexiva del estudiante. La lectura es un arma de liberación, motivadora y agente precipitante para el pensamiento crítico. La calidad de la educación, necesariamente, tiene que ver con el desempeño docente con alto contenido científico, profesionalismo y compromiso social. Solo así, el tercer objetivo estratégico del Proyecto Educativo Nacional (PEN) se convertirá en realidad auspiciosa: “Maestros bien preparados ejercen profesionalmente la docencia”.
FUENTE: DIARIO AHORA (21/01/2014)

1 comentario:

  1. Siempre leo sus articulos, siga tu produccion intelectual Arlindo. Exitos.

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