Creer que
la exclusiva causa de la baja calidad de la educación en el Perú son los
maestros es no asumir responsabilidades colaterales ni asumir autocríticamente
que los gobernantes no tienen verdadero interés por el mejoramiento de la
educación ni los aprendizajes de los estudiantes. Sin educación de calidad,
pragmática, trascendente y útil, no hay garantía de desarrollo ni progreso de
los pueblos. El pobre seguirá siendo pobre porque sin educación no hay oportunidades
ni competencias para insertarse en el marcado laboral ni en el engranaje
institucional, político y cultural.
El fin
supremo de la educación es el aprendizaje efectivo de los estudiantes.
Quien se encarga de promoverlo es el maestro. Él es ciudadano de carne y hueso,
que come, duerme, sueña y tiene necesidades. El sueldo que recibe, a excepción
de los “privilegiados” de la Ley de Reforma Magisterial, es irrisorio. Se
cuestiona al maestro por los pésimos resultados educativos, pero sigue ganando igual.
El Estado aumenta a los médicos y jueces, negocia homologaciones, pero los
docentes tienen que levantar la huelga a cambio de nada. Si consideramos al
profesor como la última rueda del coche, la educación jamás tendrá calidad ni
relevancia.
¿De dónde
proceden los maestros? ¿En qué circunstancias tomaron la decisión por el
magisterio? ¿Qué universidad o instituto pedagógico se encargó de su
formación académica, intelectual, ética y pedagógica? ¿Cuál ha sido el
rendimiento académico en la escuela de los maestros? ¿Son del tercio superior,
premio excelencia o el más destacado? Primero: hay que persuadir con argumentos
racionales y prácticos a los estudiantes más destacados y competentes para las
facultades de educación e institutos pedagógicos. Basta de exámenes con
respuestas múltiples. No hay test riguroso de vocación profesional ni
reforzamiento de esta. La entrevista personal para explorar intereses
profesionales y expectativas personales está totalmente ausente. ¿Cómo esperar
que los docentes de hoy sean los más competitivos, den resultados en al aula,
con pleno compromiso con los aprendizajes de los estudiantes? Segundo: ¿los
estudiantes de educación saben cuánto gana un maestro? ¿Sabe que los
salarios no son onerosos, cuantiosos ni justos? Es necesaria una campaña de
información sobre el perfil de un docente. Las facultades de educación
tienen que ir a buscar estudiantes idóneos en los colegios públicos y privados
y en las academias. Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma. Los
intereses profesionales también se pueden inducir, direccionar, motivar,
promocionar. Hay que ir a convencer a los mejores estudiantes y darles charlas,
conferencias, campañas, sensibilización y persuasión. Si no se hacen estos
trabajos concretos, el magisterio seguirá igual o peor en los próximos diez
años. Se tiene que implementar estrategias de reclutamiento de jóvenes para la
carrera decente.
El óptimo
desempeño docente es impostergable. Funciona como un termómetro pedagógico y
cualitativo para medir los aprendizajes, el esmero del maestro y la capacidad
de actuar en el aula satisfactoriamente. Los maestros tienen que ser evaluados
constantemente, supervisados, monitorados y acompañados oportunamente para
fortalecer, motivar y resolver problemas en la enseñanza. Es necesario generar
condiciones para la confianza en el trabajo pedagógico del maestro.
Evaluar no es sancionar ni despedir. Es una oportunidad para aprender, corregir
y reafirmar el desempeño docente. El maestro solo debe dedicarse a estudiar, leer,
enseñar, evaluar y vigilar los aprendizajes. Sin embargo, la realidad objetiva,
cotidiana, diaria y de sobrevivencias, es otra: cruel, indignante, infeliz. El
maestro tiene que ejercer mil oficios para atender necesidades personales,
familiares y profesionales. En Finlandia, el desempeño docente es una
obligación moral del maestro, no hay evaluación, pero sí confianza,
profesionalismo y reconocimiento social. Allá cualquier ciudadano no es
profesor.
La
educación peruana necesita de maestros con alto compromiso en el desempeño
pedagógico, autoestima sólida e innovación permanente durante el trabajo
educativo. El Estado, los municipios y los gobiernos regionales tienen la
obligación de contribuir directamente con la educación. Según el Marco de buen desempeño
docente (Minedu), “se requiere una nueva docencia, funcional a una educación y
una escuela transformadas en espacios de aprendizaje de valores democráticos,
de respeto y convivencia intercultural, de relación crítica y creativa con el
saber y la ciencia, de promoción del emprendimiento y de una ciudadanía basada
en derechos.” La verdadera tarea del educador va más allá de la transmisión de
conocimientos, que luego se repiten ad pedem litterae.
Miles de
niños y adolescentes merecen, por derecho y responsabilidad de gobernantes y de
la familia, educación de calidad, que les sirva para enfrentar la universidad,
los negocios, la vida familiar y el de-sempeño de un empleo digno y rentable.
La educación puramente cognitiva es un fracaso, no funciona, no supera los
retos de la historia. Tiene que estar acompañada con habilidades y
competencias. Sin maestros satisfechos no habrá pasión, compromiso ni trabajo
pedagógico efectivo. La calidad educativa será una utopía. Advierte Salón
Lerner Febres: “Necesitamos profesores creativos, conscientes de que su papel
esencial es el de formar personas y ciudadanos y no simplemente transmitir de
modo superficial mera información.”
La
educación peruana no necesita sabios ni cerebros oceánicos, sino ciudadanos
responsables, éticos, felices, con capacidad de indignación contra la violencia
social y la intolerancia, con pensamiento crítico, que voten por convicción y
no por un kilo de arroz o un polo barato, respetuosos de las reglas de la
democracia y de las instituciones, enemigos de la corrupción y el abuso de
autoridad. Es tiempo de aniquilar la autoridad omnipotente del maestro en
el aula y la actitud acrítica, impasible e irreflexiva del estudiante. La
lectura es un arma de liberación, motivadora y agente precipitante para el
pensamiento crítico. La calidad de la educación, necesariamente, tiene que ver
con el desempeño docente con alto contenido científico, profesionalismo y
compromiso social. Solo así, el tercer objetivo estratégico del Proyecto
Educativo Nacional (PEN) se convertirá en realidad auspiciosa: “Maestros bien
preparados ejercen profesionalmente la docencia”.
FUENTE: DIARIO AHORA (21/01/2014)
Siempre leo sus articulos, siga tu produccion intelectual Arlindo. Exitos.
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