El poder que cambia a la «Gente»

18/10/2012 Teniendo en cuenta la administración institucional, que como en el caso de los gobiernos regionales y municipales, se dan de período en período, y en cada período tienen que darse los cambios de conductores, enmarcados por la situación política, nos obliga comentar un artículo periodístico cuya autoría pertenece a Milagros Leiva Gálvez, publicado en El Comercio, con el título «EN LA MAREA DEL PODER»

En este ínterin publicitario recogemos una serie de epítetos o situaciones que ocurren en la persona como consecuencia de haber accedido al «PODER», por lo menos un período, al haber merecido la confianza del electorado, justamente en las lides electorales. Así tenemos por ejemplo, lo que ocurre con la mayoría de los candidatos elegidos, que en esencia son de carne y hueso como cualquier ser humano; sin embargo, «Ni bien asumen un cargo, adoptan una pose especial y particular, se vuelven autoritarios y miran con desprecio». Esto es cierto en la gran mayoría. «Hay gobernantes que patean, otros carajean y no pocos disuelven las instituciones para beneficio propio o de un grupo». También esto es cierto. Viene ahora una pregunta: «¿El autoritarismo viene de casa?» Los psicoanalistas creen que sí. «¿El poder marea a las personas?» La respuesta es afirmativa, es decir, se confirma. «¿El poder otorga arrogancia (es altanero, soberbio, valiente)?» Todo depende de la madurez y conducta responsable de la persona. «¿El poder corrompe (soborna, pervierte, vicia, huele mal, es podredumbre)?» No necesariamente, de igual forma depende de la fortaleza conductual de la persona.

Se insiste: ¿El poder cambia a la gente?
Horacio Etchegoyen de nacionalidad argentina, un estudioso sobre este tema, afirma categóricamente: el poder es una amenaza y que marea, pero sus efectos embriagadores no tienen por qué afectar a todas las personas que llegan a sentarse en Palacio de Gobierno, en un Gobierno Regional, en un Gobierno Local o en alguna otra institución.

En este mismo trajín tenemos la presencia del psiquiatra y reconocido psicoanalista peruano Moisés Lemlij, piensa de la siguiente manera: Preséntame a un político que no haya sucumbido (¿…?) Todos los que llegan al poder se marean, llegan arriba y desde arriba ven hacia abajo, con desprecio, todo lo ve más chico. Lo que está abajo siempre empequeñece, así es la naturaleza humana. Lo mismo pasa con el control, cuando lo tienes, quieres controlar más. Así se consigue omnipotencia y vida eterna.

En estas circunstancias hace su aparición la psicoterapeuta brasileña María Aparecida Duarte quien afirma taxativamente: El poder corrompe, embriaga y crea dependencia. Y trae tal potencia a las personas que estas comienzan a sentirse casi dioses, imposibilitados de vivir como simples mortales, solo con lo que tienen, es decir, sin ambiciones.

¿La gente que se siente Dios siempre fue así o se ha transformado con el poder?
La misma María Aparecida Duarte responde así: De hecho hay personalidades patológicas que usan el poder de manera bastante negativa, señala como ejemplos a Milosevic, Hitler, Franco, Fujimori, etc., quienes abusaron del poder por un narcisismo exacerbado. Afirma a continuación, que los dictadores, los grandes déspotas de la humanidad comenzaron abusando del poder en su propia casa. Y el mal uso del poder siempre ha causado grandes trastornos a la humanidad.

¿Es verdad que todos tenemos ansias de poder?

Respuesta afirmativa para el psiquiatra y psicoanalista Rafael López, continúa, todos nacemos frágiles, envidiamos y tememos el poder de los adultos y si los padres son autoritarios se forja una necesidad de invertir la situación, de convertirse algún día en el adulto que amenaza. Si el sentimiento de fragilidad ha sido intensificado por la violencia de los padres, cuando la persona alcanza el poder, no puede creer que lo tiene, como lo quiere ejercer a ultranza, pierde el sentido de la realidad, ingresa a la posición de arrogancia. Por eso existen políticos que se creen el padre todo poderoso y por eso miran al otro, con desdén.

¿Y dormirán tranquilos quienes están mareados con el poder?

Uno los ve, prometen el oro y el moro en campaña, ya en ejercicio de sus funciones y con el poder a cuestas, de simple, no cumplen, porque están con el poder y nadie podrá decirla nada y caminan frescos como si no tuvieran vergüenza o noción de la palabra empeñada. Inclusive hay quienes cínicamente dicen, que para ser político, lo primero que deben aprender es a MENTIR. Los políticos no tienen sentimiento de culpa y por tanto duermen tranquilos, a pesar de sus promesas incumplidas, por una estructura perversa de su personalidad.

Concluyendo podemos afirmar que los profesionales citados tienen toda la razón del mundo, entonces hay que agregarle que con el poder que tienen, llegan a ser absorbidos por el complejo de superioridad, han perdido la madurez emocional, pierden los valores, no son concientes de sus limitaciones, les falta convicción personal. Son puntos de vista de psicólogos y psiquiatras profesionales entendidos en el análisis de la conducta humana, ya como personas comunes y corrientes, personas que son profesionales pero que no detentan el poder y otros que siendo o no profesionales sí detentan el poder, con el comportamiento individual explicado.

Cada uno es libre de asimilar o no el contenido de este artículo y sobre todo reflexionar, mas aun si algunos ya han tenido la experiencia de haber ocupado un cargo público y sobre todo político y los que recién van a ocupar dichos cargos que mediten fríamente el comportamiento con que piensan actuar y valga el dicho que es una realidad, los cargos son temporales y pasajeros, en relación a nuestra existencia que también podemos considerarla corta.

FUENTE: DIARIO HOY REGIONAL