AMIGOS

Por: Arlindo Luciano Guillermo
Todos tenemos amigos. No existe un ciudadano, normal y sociable, que no tenga amigos. Amigos de infancia, amigos de toda la vida, amigos ocasionales, amigos de barrio, de colegio, universidad o de trabajo. Amigos por interés, amigos verdaderos, amigos falsos, amigos por inercia. Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez fueron amigos, compartieron fama, reconocimiento y preferencia de los lectores en la década del 60 del siglo XX, con La ciudad y los perros y Cien años de soledad respectivamente, pero terminó la amistad accidentadamente. Una trompada de Mario puso el ojo verde o morado de Gabriel y la amistad se acabó. Hay amigos que matan o se provechan para beneficiarse. Cual sea el perfil de amigo que tengamos, la amistad es un sentimiento universal, sin fronteras, muy útil en la democracia, la familia y en las relaciones interpersonales. 
   
La confianza es la base de la amistad. La amistad se mide con la lealtad, se pone en prueba en la adversidad y se enaltece con el respeto. No es posible una amistad sin transparencia ni demostración de lealtad. Los falsos amigos esconden los errores, los defectos y las decisiones incorrectas; en cambio, los verdaderos amigos, aunque cause dolor, malestar y aparente maldad, dicen de frente o de modo elegante, sutil y figurado las equivocaciones y los desvíos. No es amigo quien solo comparte un momento o una circunstancia placentera, que termina en un  apretón de manos.  
Todos necesitamos amigos. Es como el aire, el pan o como el agua. La amistad que se sustenta en la fortuna, la fama, el poder efímero, el favor mezquino y la conveniencia no dura ni tiene futuro. Es flor de un solo día o un canto de sirena, una ilusión, cuyo desenlace provoca frustración, desazón y amargura. Un verdadero amigo es un tesoro invalorable que se encuentra debajo de la piedra luego de muchos años de convivencia. La amistad a primera vista es riesgosa, puede tener doble filo. Es una amistad artificial, temporal, solo para la ocasión. Un amigo sincero, tolerante, comprensivo, empático y oportuno vale por mil a quienes saludamos y sonreímos todos los días.    

Un amigo sincero que desea la felicidad, los éxitos y la elección del camino correcto tiene opiniones oportunas y virtudes para decir lo que tiene que decir. Aconseja el refrán: “Échate a la cama y verás quién te ama”. El amigo es oportunamente solidario. En las circunstancias adversas aparece el amigo para apoyar, motivar, dar una salida y escuchar.

El amigo pregunta cómo estás, llama al celular, escribe en el facebook, saluda por el cumpleaños. El amigo no está para resolver problemas económicos. Puede ser un riesgo. 

Quien presta dinero de enemigos gratuitos se hace. El verdadero amigo corrige sin dudar, dice de qué pie se cojea. Es inadmisible que un amigo vea un error y no lo diga. La complicidad es el mejor argumento para desechar una amistad. Los amigos dicen de frente, en la misma cara, cuando hay incorrección, malas prácticas y pecados capitales. Los amigos no solo están cerca en los momentos de regocijo, serenidad y alegría, sino en las peores circunstancias, donde es necesario apoyo, una palabra de aliento, un abrazo fraterno e incorporarse en el drama o en la tragedia. Qué fácil es ser amigo solo en la alegría y en los acontecimientos felices. Un amigo jamás es envidioso, codicioso ni mezquino. Si es verdadera la amistad prevalece el deseo de bienestar, salud, trabajo y felicidad. La felicidad de un amigo es la felicidad nuestra. La amistad que termina por una discusión, un mal entendido o una crítica feroz no es amistad. La amistad tiene que estar a prueba de fuego. Un amigo realmente sincero es tan valiente que dice la verdad sin rodeos. La mentira entre amigos es tan perversa como la infidelidad en la pareja. Cuántas amistades de años y décadas se acaban por mentir, falsear, ocultar y hacer daño. 

Facundo Cabral y Alberto Cortez, en A mis amigos, cantan junto a los amigos. Dicen: “A mis amigos les adeudo la ternura  /  y las palabras de aliento y el abrazo  /  el compartir con todos ellos la factura  / que nos presenta la vida paso a paso. /  A mis amigos les adeudo la paciencia  /  de tolerarme las espinas más agudas /  los arrebatos de humor, la negligencia,  /  las vanidades, los temores y las dudas.” Efectivamente, los amigos (si son verdaderos y sinceros) entregan todo, sin pedir nada a cambio, se entregan con abnegación y desapego para compartir los sueños, los retos y las metas. El amigo no ve la billetera, el cargo público ni el beneficio personal. No se entretiene con la anécdota. Prefiere ver el espíritu, las aspiraciones y los deseos. Los amigos se enfadan por tonterías y luego se reconcilian porque es más fuerte la amistad que la discrepancia. Un amigo tolera con la paciencia de San Francisco de Asís, la ternura de Madre Teresa de Calcuta y actúa con la sabiduría del Dalai Lama.  

Los amigos escuchan con paciencia, sin contradecir, mirando a los ojos, aunque no te resuelvan problemas. Hay ciudadanos que no tienen amigos a quien contar tormentos emocionales, historias que no se pueden ventilar en una plazuela pública. Entonces aparece como caído del cielo, como la lluvia después de una dura sequía, el amigo dispuesto a escuchar con esmero. La verdadera amistad en tiempos de pragmatismo económico, egoísmo aerostático y afán materialista es un valor social con serio cuestionamiento, que se debe conservar con coraje.

Los amigos son árboles generosos que dan sombra cuando el sol quema sin misericordia. Sin amigos la vida no tiene un norte. ¿Cómo saber que un amigo tiene buenas intenciones? ¿Cómo saber si una amistad es duradera, firme y sostenible? ¿Qué garantiza que una amistad sea duradera, prolongada y solidaria? Lo que sí es cierto es que la vida sin amigos es un absurdo. Si tienes un amigo tus problemas pueden encontrar una salida. Los amigos ofrecen el hombro para apoyarnos. Un amigo te hace reír gratis. Los amigos te visitan sin avisar. Te hacen bromas, cuentan chistes y actúan como un arlequín para sacarte de la tristeza, el aburrimiento y la melancolía. Si caes te ayudan a levantarte. Un amigo en la soledad es una compañía agradable, útil y necesaria. Un amigo dice verdades sin lastimar ni criticar. Un amigo te acompaña hasta el final del camino. Un amigo no consiente el resentimiento en el corazón. Perdona una y mil veces. Un amigo es leal, no te da espalda, no se hace de vista gorda ni te ignora. Un amigo escucha con los ojos. Un amigo no se vende en un supermercado ni se compra como una mercancía. 

FUENTE: DIARIO AHORA

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