EL PODER DEL COMPROMISO

Por: Arlindo Luciano Guillermo

Compromiso es “obligación contraída” (DRAE). Comprometerse no es mirar, observar ni criticar por un momento. Consiste en meterse hasta el cuello en una misión, un propósito, una visión. El compromiso exige cuatro actitudes que deben funcionar simultáneamente y con mucha coherencia: la voluntad de hacer sin imposición, la convicción con la que se asume una responsabilidad, la perseverancia en la actuación diaria y la motivación para demandar de los demás mayor compromiso. Comprometerse no es espectar, participar o actuar por inercia, inconsciencia o por instinto porque se tiene que cumplir una función específica. Comprometerse es involucrarse, estar dentro de la rueda de la historia. El compromiso exige valentía, convicción y lucidez para dejar de lado intereses personales y mezquinos. El compromiso es un valor social, cívico y moral. 

Eduardo Galeano nació en Uruguay como el poeta Mario Benedetti y el expresidente José Pepe Mujica Jordano. Falleció el 13 de abril. Escribió el célebre ensayo Venas abiertas de América Latina, convertido en un libro de obligada lectura sociopolítico en la segunda mitad del siglo XX. El cáncer pulmonar se llevó a un periodista acucioso y argumental, a un ensayista valiente y de convicciones ideológicas y políticas firmes, a un ciudadano que se puso de pie para protestar contra la injusticia, el abuso de poder, el colonialismo económico, el capitalismo salvaje y mercantilista, el racismo y la deshumanización de la moral. Creyó siempre en la educación como medio de inclusión y el ejercicio de un derecho universal. Criticó duramente a la escuela que deforma la conciencia de los estudiantes, a los maestros sin compromiso con la profesión y el destino de los ciudadanos y al Estado indolente que deja de lado la educación, la cultura y los valores morales.

Dice Eduardo Galeano, con irreverencia y dureza: “El mundo está preso de un sistema de valores que coloca al éxito por encima de todas las virtudes. Perder es el único pecado en el mundo de hoy que no tiene redención. Estamos condenados a ganar, ganar y ganar.” El escritor uruguayo, en el libro Patas arriba. La escuela del mundo al revés”, cita las declaraciones de Al Capone: “Hoy en día, ya la gente no respeta nada. Antes, poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley.  La corrupción campea en la vida americana de nuestros días. Donde no se obedece otra ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas.” Se trata de un mensaje a los padres. Efectivamente la virtud, a la que se llaga a través de la moral, ya no es vital ni importante. Prevalece ahora el pragmatismo, lo inmediato, la frivolidad y las ansias por ganar el mundo con dinero y fama, dejando rezagadas la verdadera felicidad, la paz interior y la tranquilidad de conciencia. Vivimos aceleradamente, sin  pausas para la meditación, la autocrítica ni gratitud por la vida, el empleo que tenemos y las oportunidades que recibimos.  

Eduardo Galeano es un referente preclaro de compromiso. Vivió dentro de la historia de América Latina. Jamás se calló ante el abuso y la expoliación. Defendió a gobernantes polémicos y autoritarios como Fidel Castro y Hugo Chávez, pero lo hizo con fortaleza y convicción, sin recular. El ciudadano se compromete actuando correctamente consigo mismo, su familia, las instituciones y el empleo que desempeña. El político asume un compromiso cuando actúa con honestidad, con moral y coherencia entre lo que dice y hace. Nadie vive dentro de una burbuja, dentro de una torre de marfil. A todos nos cae como aguacero o llovizna la realidad cotidiana. Vivir ignorando la realidad es un acto de misantropía y escapismo. Raúl Tola argumenta muy acertadamente: “… mientras más libros lean, más cuadros contemplen, mejor música escuchen, más vayan al teatro y al cine, los ciudadanos seremos más críticos y el puro cemento no será suficiente para satisfacer nuestras necesidades.” (La República, 18-04-2015)

El compromiso personal y social con la moral es una urgencia. Cuenta Beatriz Merino, recientemente galardonada con el recibió el Premio a la Trayectoria de Vida (Rífateme achievement Ward) de la Universidad de Harvard, que identificó cuatro valores primordiales de la declaración de principios: “el respeto por los derechos, diferencias y dignidad de los demás; la honestidad e integridad en todo lo que hacemos; la búsqueda consciente de la excelencia en nuestro trabajo; y dar cuenta por nuestras acciones y nuestra conducta.”  Si nuestros actos no toman en cuenta a la moral se corre el riesgo de transgredir normas éticas y ascender pisoteando a los demás. Sin moral la vida y las actitudes se tuercen fácilmente o se quiebran como paja seca. Un  ciudadano sin moral, sin respeto a sí mismo y a los demás, podrá vestirse con elegancia y tener la billetera gorda, pero por dentro tendrá carencias y vacíos que no lo dejarán vivir en paz.  

Opinar, reflexionar, debatir, discrepar, polemizar y generar opinión pública es cumplir un compromiso social. Dar a conocer lo que pensamos y sentimos es socializar ideas, puntos de vista y posturas. Somos una sociedad parlante, con ciudadanos que se comunican con palabras y lenguaje no verbal. El compromiso suma, integra, multiplica. Une, cohesiona a ciudadanos sin reparar en colores, ideas o pensamientos. Logra metas conjuntas, concertadas. Sin compromiso no hay productividad ni rentabilidad. El compromiso no espera a cambio una recompensa. Si los maestros se comprometen con pasión y entrega con la enseñanza, los aprendizajes de los estudiantes serán mejores, significativos y de calidad. Entonces habrá mejores oportunidades.   

FUENTE: DIARIO AHORA