NO PIENSO IGUAL QUE TÚ, PERO TE RESPETO

Arlindo Luciano Guillermo
 
La intolerancia ideológica y política es la expresión mayor, perversa y destructiva que aún, lamentablemente, impera en algunos escenarios de la sociedad  contemporánea. La cultura moderna (de tecnología, redes sociales, supermercados y edificios faraónicos) no ha logrado fulminar la intolerancia. Hacerse al santo, localizar con ojos de águila solo los defectos y las debilidades es un acto de impaciencia, misoginia e incapacidad de tolerar. La perfección moral no existe. Todos tenemos pecas en la piel. En algún lugar de la geografía corporal tenemos un lunar.  La educación no contribuye para pulverizar la intolerancia ni los prejuicios. Andas sueltos, como marcas, pájaros fruteros o sicarios, dispuestos a cometer crímenes, genocidios y atentados contra la libertad de expresión, la dignidad y la integridad física. ¿Cuál es la secuela de la intolerancia?
El ciudadano intolerante tiene un perfil social, ideológico y sicológico. En primer lugar, nadie puede actuar al margen de la ley, las instituciones y la autoridad. La convivencia democrática demuestra que somos seres civilizados, respetuosos de la norma y la libertad personal y la identidad de los demás. Es falso que alguien hace lo que le dé la gana. Si se atreve, a largo plazo, se hará indeseable y un autoexiliado porque lo normal es dialogar, comunicarse, pensar y discrepar. La ley se respeta y es igual para todos. La intolerancia lleva dentro, como una procesión, frustración, impotencia, envidia y autoritarismo. El intolerante camina, corre o avanza con anteojeras como los caballos en el hipódromo. No ven ni oyen a otro, solo lo que él ve y escucha. 
 
Es absurdo, desde cualquier punto de vista, que alguien, con DNI e identidad cultural, mate a otro porque no piensa igual o parecido. Es inaceptable que algunos crean que la muerte de un periodista calla la libertad de expresión o la caricatura fulminante se extingue con una bala o una metralleta. El racismo, la xenofobia, el machismo, el feminismo, el bullying, el mobbing, las guerras entre países, los desmanes en las barras bravas, la discriminación y la violencia familiar y social son muestras funestas de intolerancia pública. La película El mayordomo (2913), ambientados en el gobierno de Jhon F. Kennedy y los sucesos posteriores al asesinato de este, relata la lucha de los ciudadanos negros en los Estados Unidos por la igualdad ante la ley. 

Aún podemos amargamente constatar el autoritarismo en la escuela, en la familia y en la democracia. Al maestro no se le discute porque se va a “prender del estudiante”, va a tomar revancha o le va a agarrar de punto. Los padres en muchos casos deciden el futuro profesional de los hijos, sin dejar que ellos tomen sus propias decisiones. En democracia hay alternancia de poder, se realizan elecciones, juramentan gobernantes, pero el modo de gobernar no siempre es horizontal ni respetuoso de la opinión ajena o diferente. En el Perú, los ciudadanos nos tratamos de modo autoritario e intolerante. El insulto es el arma que utiliza el que  no acepta al otro tal como es. El chisme no tolera la honradez ni la decencia del otro. Se trata, por todos los lados, de buscar tres pies al gato. La intolerancia pertenece a una actitud vieja, obsoleta, rancia y anacrónica de la historia de la humanidad. En todas las épocas se han visto casos de intolerancia.  

Tolerar es respetar a pesar de la diferencia. Es aceptar la discrepancia, al que tiene ideas distintas. Todo ciudadano tiene derecho legítimo de no pensar igual que otro. No somos androides programados para pensar homogéneamente en una sociedad plural, democrática y con instituciones autónomas. Somos ciudadanos pensantes.  

El atentado al Charlie Hebdo de París llama poderosamente la atención aquí y en el mundo. La intolerancia religiosa es más letal que la política e ideológica. No mide nada ni respeta nada. El asesinato de periodistas equivale a silenciar la libertad de expresión, mutilar a los ciudadanos del derecho de estar informados de los sucesos diarios y a suprimir la pluralidad de pensamiento que caracteriza a toda sociedad civilizada. El periodismo, la caricatura política y la libertad de prensa representan las bases de la pluralidad de ideas, la tolerancia de ideas y el ejercicio de pensar libremente. ¿Cuál es nuestra postura frente al atentado del semanario francés y al asesinato de periodistas? Sin duda, la solidaridad con los caídos, el rechazo a toda expresión de  violencia y la prevención ante la intolerancia.    
    
Los ciudadanos tolerantes dialogan, conversan, polemizan, se contradicen, discrepan y, a veces, cada quien regresa a su casa con sus ideas caldeadas y furiosas y con el problema sin resolver. Cuando las aguas se calman, se retoma la serenidad emocional y regresa la voluntad de dialogar, entonces las ideas toman forma de concertación, consenso y el respeto por la minoría. En las relaciones interpersonales y políticas, la comunicación tiene que funcionar con claridad. Un mensaje ambiguo o a medias genera confusión y tergiversación. Todos (en Huánuco, a excepción de las comunidades nativas y de quechuas) hablamos español, pero eso no garantiza que nos comuniquemos correctamente. Se trata no del código lingüístico, sino del tipo de mensaje que compartimos, del tono de voz y del lenguaje no verbal que utilizamos cuando dialogamos. 

Pareciera que ya no tenemos ganas de escucharnos, de dialogar ni de respetar las ideas. Pareciera que el odio se apodera del cerebro y del corazón. La intolerancia agudiza las frustraciones y la incapacidad para amar con sinceridad al prójimo. Cuando impera la intolerancia, la razón desaparece, la reflexión se recude a su mínima expresión y el ciudadano retorna al paleolítico inferior. El respeto dignifica y permite vivir juntos, sin rencores ni discriminación. La tolerancia es el requisito fundamental para una convivencia democrática y equilibrio de poderes. Se vive sin mirar atrás, sin recordar el pasado oprobioso ni echando al fuego al árbol caído. Avanzar con firmeza, claridad en el camino y con ideales fijados en metas es un reto diario. 

FUENTE: DIARIO AHORA

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